Pequeña reflexión acerca del plagio de ideas a autores desconocidos por parte de las “grandes” editoriales


Voy a hablar, de una vez por todas, sin pelos en la lengua y poniendo toda la carne en el asador, acerca del real funcionamiento de esas “GRANDES” editoriales, esas que todos conocéis y pensáis que sacan a los mejores autores, así como que apuestan por las mejores obras. ¡Nada más lejos! Dejad que me explique…
Tal vez, a algunos de vosotros os sorprenda lo que vaya a decir. Tal vez, lo sospechabais. Los más cercanos a mí saben lo que ocurre y en qué grado exacto de hastaloscojonesez puede llegar mi estatus quo en referencia a los asuntos de editoriales y demás “mafias” y sectas  al servicio del IBEX y de los beneficios económicos puros y duros.
Las pequeñas tampoco es que hagan estragos para defender el arte de la literatura. Cuando pueden, engatusan, engañan y someten a los autores, que por supuesto nunca ven un duro de las ventas. No obstante he de decir a su favor, que en ellas el lector selecto podrá encontrar verdaderas joyas y talentos, aunque si bien suele estar lo mejor, también ocurre lo contrario.
El caso es que, como muchos otros, yo empecé en el mundillo de la literatura muy pronto, en otro idioma, y con toda la inocente ilusión del imbécil ignorante en cuanto a picarescas oportunistas se refiera.
Habrá quién aquí piense “con lo que anda diciendo se cierra todas las puertas”…Y tendrá razón. Habrá quiénes crean que todo lo diga por justificar un escaso talento. O habrá quién crea que hablo por despecho o qué se yo…Nada más lejos. Omitiré contar mis experiencias personales. Sólo quiero limitarme a denunciar una realidad que a muchos les sonará a chino.
De hecho, lo que a mí se refiere, hace tiempo que adquirí maneras propias y caminos alternativos. Voy a mi aire al escribir y publicar, pues ante todo me importa la libertad. El tufo egoscéntrico de la mayoría de escritores; el frecuentar reuniones literarias y presentaciones ya no entra en mis diversiones, y si en algo me diferencio es que me rijo –en todos los aspectos de mi vida- por la ética, la conciencia, el respeto ajeno,  y el miramiento por el mundo y los otros en primer lugar, no en beneficio propio.
No lamo ni culos ajenos ni escrotos editoriales a cambio de publicaciones o remuneraciones económicas, ni por promesas de fama, ni de prestigio o cuanto acaricie los egos, con cuanto pueda escribir u ofrecer a este mundillo. Escribo y punto. Y por lo vaginis. Para el caso, lo mismo da. Y si se es bueno escribiendo o no, se demuestra: escribiendo. ¡Eso! Nada más. Y quién desee leerme, sabrá cómo encontrar mis novelas, libros y publicaciones, lejos de alteraciones o copias.
Mucho se ha hablado del plagio por parte de autores célebres y muy poco de lo que verdaderamente hay detrás. Quiénes son los auténticos plagiadores en realidad:
El mundo editorial es, en la actualidad, fosco e injusto con el verdadero talento. Son máquinas de hacer dinero, sin escrúpulos algunos, capaces de asesinar al pequeño pero sagaz escribano, partir las piernas de su ilusión y acallarlo para siempre.
Yo sé que muchos desconocéis la implicación de esas grandes editoriales en la creación de personajes mediáticos, frente al escritor talentoso y modesto de toda la vida. Esas editoriales “fabrican” escritores glamurosos a quienes se les cocinan los libros que deben escribir en base a ideas ROBADAS de escritores menos importantes. Si, tal como afirmo: les roban sus libros. Muchas veces, el robo que menciono consiste en sustraer el esqueleto de ese libro, la idea base. Se le propone al “escritor producto” que realice tal idea, con instrucciones concretas, frases servidas y detalles precisos. Muchas de esas veces, al otro escritor, al pequeño, lo tantea la gran editorial. Lo citan con grandes promesas de lanzamiento, le hacen creer que le van a publicar su obra le dicen “Vamos a hacer de ti una marca “ (me he permitido citar una frase tal y como ha sido empleada por una de éstas editoriales goliat, absolutamente textual). Pero luego, una vez que el libro de ese “pequeño” ha sido escrudiñado y valorado como “vendible” no se arriesgan a invertir en el escritor desconocido. ¡No! ¿Para qué, teniendo a sus megaestrellas?, que con toda seguridad hacen caja con todos los palos que toquen, porque sí, porque la gente los lee porque les publica esa GRAN editorial, porque se les anuncia y exhibe, se les vende como producto sublime…
Que muchas veces esos escritores reciben ideas en base a libros de otros, eso no lo saben muchos. Ni siquiera los propios ejecutores. Si surgen problemas posteriores, la editorial asume que acusarán de plagio a ese escritor suyo, con todo el fastidio que conlleva, pero NUNCA A LA PROPIA EDITORIAL.
El quid de la cuestión es el acrecimiento de las cuentas bancarias de esos gigantes. Así el robo de ideas de autores incipientes o desconocidos es el día a día de esos ladrones. Se les utiliza, como estoy diciendo, como abastecedores de otros escritores ya consagrados, con la creciente profesionalización de la negritud literaria.
También es cierto que, el arma defensoria de esos vanidosos e interesados “intelectuales” es el de echar sobre los otros el desprestigio. Quitarles de circulación. Echarlos al fango. Mermarlos. Poner sobre esos otros el asomo de duda sobre su talento literario. Hay que desprestigiar al competidor de abajo, como sea.
Puede que sea ésta, y no otra, la razón por la que algunos abandonan la barca. Porque escapar es una cuestión harto complicada, sobre todo cuando detrás de la caza de brujas proliferan, en realidad, motivos bastante menos éticos, mucho más lucrativos y desalmados versus al talento literario verdadero. Poco tiene que hacer ese escritor venal minúsculo, no obstante –y con ello cuentan- sin defensa ni dinero para abogados…
Lo que les quedará a esos serán las palabras. Hablar claro y alto. Sin miedo a las consecuencias. Y dejo aquí clara mi admiración a ésta clase de escritores: los que usan la palabra como una espada. Admiro los retos que asumen: que pese a su desencanto y esos sentimientos de alienación que experimentan, inmersos en una sociedad mercantilista opinen en contra de la cultura de masas. Escritores que centran sus narraciones en el objetivo de denunciar situaciones injustas; que sigan escribiendo historias capaces de hacerse con un inmenso éxito popular, saltándose las normas de publicación y edición modernas.
Ya. Pobres de los que nos apartamos de las normas, porque vivirán en el infierno…Pero hay infiernos e infiernos.
Volviendo a la temática, y como dije, poco se habla de todo esto de los plagios, o nada: de los verdaderos ajustes de cuentas, del apropiamiento de libros, novelas - ideas sobre éstas-; sobre sus desarrollos, a favor de los intereses editoriales, y un término complejo de intrincados colindantes a esos procederes DELICTIVOS. Un crimen perverso de los que pretendidamente fundamentan su prestigio en la originalidad de la obra, si es que eso existe hoy por hoy…
Entran en juego también las luchas por cuotas gordas que dan las producciones televisivas y demás…(Lo menciono de paso.)
Como digo, son sectas esas editoriales; conociendo yo a alguien a quien le plagiaron las estructuras de dos de sus novelas. Ambas, en la misma editorial dónde han otorgado  las ideas de ese humilde escribano a dos escritores suyos, consagrados. Lo digo muy alto y lo digo muy claro. Por casualidades de la vida, esos libros han acabado en mis manos, pudiendo verificar asombrada lo que estoy afirmando.
¿Qué cómo ha sido posible? ¿Qué si ese escritor no tenía registradas sus obras? La respuesta es sí. Claro que sí.  Como digo, tal plagio ha sido llevado a cabo sobre las estructuras, el desarrollo y las ideas de ambas novelas. Como si construyéramos un edificio con el mismo esqueleto diseñado por tal o cual arquitecto, pero en colores muy distintos –para que no se note ni interfiera en el copyright-. Más o menos así.
Ese plagio a la sombra, el usarnos como negros literarios o amanuenses, proveedores de ideas en un mundo editorial carente de ellas, ha salpicado a unos cuantos autores que todos conocéis.
Y ahora sé que, en realidad, no ha sido cosa de éstos, sino de sus “padrinos”. Excelentes textos son alterados, sirven de inspiración o de material para derribo a los recreadores que luego constarán como los autores naturales.
Desentrañar estas madejas de maledicencia, con visos de echar los cojones a las brasas y que arda todo, es mi intención aquí.
Quién se vea en la picota de estos asuntos, sabe a lo que me refiero. Y lo más “divertido” de la trama, y lo asumo, es que en muchos casos esas copias superan a los originales y que, en cuestión de los amigos de lo ajeno, hay quién hace, además de una forma de vida, del plagio una nueva disciplina del arte.
El pobre lector, ajeno a todo lo que aquí cuento, no sabrá discernir el grano de la paja, no sabe que ese libro que adjudica a tal o cual mega estrella literaria, en realidad, fue idea de otro y que los libros ya no son lo que eran. Han dejado de ser un consorcio vivo. Ya no son  parte del alma de un escritor. Ese lector tendrá difícil saber la verdad en un mundo literario que es un estercolero, un hervidero de autores vanidosos que se tiran mierda a la cara sin el más mínimo pudor ni respeto por el trabajo ajeno. El “desdora que algo salpica” es santo y seña de algunos. Que entre el demonizante ego de los unos y los intereses económicos de los otros, se cuecen las letras actuales.
Que me bajo de la barca. Que tampoco escribo más libros para otros. (Algunos habremos caído en ese dolo,  a cambio de remuneración económica por correcciones que luego acaban en una “reescritura” en toda regla de tales libros para quienes en su ilusión por publicar se aprovecharon de nuestra predisposición por ayudar…)
Naturalmente seguiré escribiendo. Pero la forma de hacerlo público será distinta. Como dije, quién quiera, sabrá dónde leerme o cómo leerme.
Que en ésta nota no he mencionado a nadie ni he enfocado a nadie en singular. Que ni digo nombres ni culpo a alguien en concreto. Además de callarme algo bien gordo…
Que jamás dejaré de ejercer mi derecho a la libre expresión. Y que es mucho más grande mi gratitud a muchos que mi tristeza por los deshonestos. Que esa gratitud me seguirá moviendo hacia adelante. Y que la bandera que me envuelva será por siempre la de la claridad de intenciones. Que es una alegría muy grande saber que aún quedan amantes de la literatura genuina, sin alterar. Y que mientras así sea, valdrá la pena mover las plumas.

Sub umbra floreo:
Claudia Bürk.

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