De gozos, alegrías y soledades.


La vida es una fiesta.Ignorar, no obstante, sus miserias pudiera antojarse como cinismo.La alegría es un estado de ánimo que parte de un aprendizaje previo.La felicidad es un ejercicio y no una suerte.A la mente me vienen los músicos a bordo del Titanic, al momento de hundirse...En las situaciones más miserables es posible celebrar la vida, cuando se tiene el absoluto convencimiento de que "todo está bien como venga y sea", cuando sabemos que "nos hallamos en la gran mano del creador" ninguna desgracia, ni la cercana muerte, consiguen robarnos la templanza y la alegría de sabernos existentes. Celebrar la vida como si de una fiesta se tratara, es el mejor antídoto contra lo terrible y las así asimiladas "desgracias".
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 La soledad engendra gozo, alegría verdadera, no dependiente de estados ni objetos externos.Alcanzamos la convicción, que las grandes experiencias de alegría y felicidad extremas son totalmente independientes de religiones, sucesos, imposiciones, materialismos y prejuicios.Tan sólo dependen de nuestra voluntad y disposición de querernos saber felices.
No es un repentino despertar a lo esencial ni a la luz lo que da tal felicidad, sino un sereno reconocimiento del conjunto existencial, con sus grandezas y terribles miserias, lo que da la alegre paz.
Se trata de la consciencia de unicidad.Es un no esperar.Un no ansiar.Un "liberarse" de todos los deseos.Empero, sabiendo que toda existencia es un continuo suceder entre milagros.Se trata de una santificación de lo común y cotidiano.
(c.bürk)

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