Análisis de la frase "En internet sólo hay gatos y porno". Relato de humor por C.Bürk.
Últimamente,
la frase “Internet se compone de gatos y de porno” me asalta por todas partes.
Tanto es así, que algunas revistas del corazón le dedican sección dónde
pretenden desmentir el hecho actual de quienes afirman que la famosa red de las
redes está compuesta por un 75% de porno y el restante 25% son gatos.
Perooo,
¡caramba! ¿Qué nos está pasando a la humanidad? ¿Qué hay de verdad en éstos
hipotéticos datos? En 2010 se ve que les dio a unos lumbreras de entre las
generaciones modernas, por realizar un exhaustivo estudio sobre la sexualidad
humana, el cual arrojó un número muy distinto de datos y acerca
de qué cantidad de los sitios más populares en internet relacionados con porno
y los gatos nos da por visitar. Y aquellos datos fueron
alarmantes. Conductores a la auto aniquilación.
El apocalipsis nos lo trae
internet y nosotros, todos nosotros, estamos picando el anzuelo, engullendo el
cebo como ávidos depravados. Satanás no tiene cuernos: se presenta en forma de
vídeos cuquísimos sobre gatitos adorables y maneras de prácticas sexuales cada
vez más bizarras, de esas que hubieran hecho vomitar a nuestros abuelos durante
meses, oigan. Aquellos estudios destapaban por fin la verdadera y enorme
magnitud de la moda de los gatos en internet, junto al sexo depravado. La cosa
de los gatitos iba del mismo palo que las búsquedas masivas de porno. Ya que, Google,
estaba experimentando con un cerebro artificial de tecnología avanzadísima que,
a partir de los principios y las ecuaciones de la inteligencia artificial,
intentaba replicar la materia gris humana. La sorpresa de los científicos y los
programadores (sí, de esos gordos, frikis, con gafas y granos) fue mayúscula absoluta
cuando, al activar el motor de búsqueda, lo primero que se puso a buscar el cerebro
artificial fueron… gatos, ¡tras el porno, señores!
¡Quién lo hubiera
sospechado! ¿Parará alguna vez la fiebre del sexo gallardo y la búsqueda de
gatos en internet? No, porque tras la obsesión por el sexo bizarro, los gatos
son la fiebre más incurable de la humanidad. Existe “la loca de los gatos” de
los Simpson. Está “Tubocat” una web dedicada a un minino particularmente obeso,
“Hello Kitty”, “Hister Kitty” (Naaa, muy simple la cosa: memes de felinos
haciendo cosas hipsters y muy modernas, “Boozecats” (personal de fiesta, bacante
y beoda con gatos insertados como si fueran botellas. Tan sencillo como eso.), “Caturday”
etc. Etc. Etc. Etc….(ad infinitum)… El desbordamiento de blogs o tumblrs sobre
gatos hace difícil de navegar el mundo felino en la red, buscando cualquier
otro dato, fuera de los mencionados y el porno raro con insectos o aliens.
Están los “Hitlercats”, cuadrúpedos mullidos con manchas en
la nariz a modo de bigote y que se parecen a Hitler en su fase en auge. La
perfección del asunto llega, cuando su pelo es blanco y tiene, además, una
mancha negra en la cabeza a modo de flequillo. Los que, en cambio, tienen una
mancha parda debajo de la boca, se les conoce en el mundo de los “catfreaks”
como “Lenincats”. Hay mininos fumando, cocinando, patinando, dirigiendo
películas porno, pareciéndose a actores varios, siendo cualquier cosa más
humana que los propios humanejos. Todo está visto e inventado. Tu imaginación ya
no tiene nada que aportar. ¡Más le vale que le pegues un tiro a la pobre
inútil!
No voy a ser yo que lo vaya a afirmar, peeero, como algunos llegaron a
vaticinar, que justo después de ser alzadas las pirámides fueron los propios gatetes
los que se lanzaron a inventar internet, de ahí que internet se hiciera para
los gatos. Perooooo, ¿no lo dijo aquel ex ministro polaco, Kaczynski creo que
se llamaba, que internet se había creado exclusivamente para el porno? Lo
cierto es que, los peludos duendes adorables se han hecho con internet y no veo
yo que vayan a abandonar tal barco. Ningún objeto valioso, ninguna práctica de
BDSM, Pablo Iglesias ni Obama, es superior a un gato. Aunque la cosa se torne
cargante, por superabundancia. El gato gusta de ser visto manoseado,
pornoficado; ¡son los celebreties peludos de éste mundo! Y nada le llega ni tan
siquiera a las pezuñas. Ningún mozo humano sabrá –por muchos vídeos de porno
bizarros que se trague- enredarse, como ellos saben, en su propio rabo.
Se supone que el cerebro humano está en plena fase de
expansión. Que cada vez somos más inteligentes… ¿Pero entonces por qué ocurre
el fenómeno masivo de meternos en las redes a buscar cuadrúpedos en formato de
peluches para soñar? Desde luego, no nos hace falta pensar en extraterrestres
teniendo gatos en el mundo; nuestro excelso contacto con unas entes muy
superiores en inteligencia. El gato es sueño del hombre (bueno –y lo explicaré
a continuación- de la mujer), para ellos somos escoria, purria, vulgos plebeyos
y chusma rancia y agilipollada. Y como está de moda el BDSM, nos sentimos
cachondos al estar esclavizados por los mininos del mundo que nos usan como
proveedores de comida y demás comodidades y conforts. Son unos putos
interesados.
Para los mesopotámicos los mizotes ya eran fundamentales
para su progreso hacía los idiotas en los que ahora nos hemos convertido. El
gato tiene Ultras, como el freak número uno, Sánchez-Dragó que dijo “Dios creó al gato para que el hombre pudiera
acariciar al tigre sin temer por su vida”.
Que los CATLOVER sean mayoritariamente mujeres no es nada
nuevo. Y veremos en breve, según mi capacidad de análisis, por qué esto es así.
En la edad media las poseedoras de gatos negros ya eran brujas. La cosa tiene
miga. ¿Y por qué razón los gatos y no los grillos o las tortugas?
Los gatos son, como dije, humanizables; se les cuelga lazos,
se les pone adornos, se miman, cagan y mean solitos en una caja, conviven con
nosotras como soñamos que lo harían nuestros maromos (de no estar enganchados y
bien servidos a través de beldades con tetas enormes a la red, a través de las
webcam con trabolos exuberantes y el sexo salvaje y desmesurado con escorpiones
cebolleros de rostros a lo Megan Fox.)
¡¡Y yo lo afirmo, LO AFIRMOOOO!!!:
¡La humanidad se va a extinguir! Es el mensaje que quiero dar
en éste escrito. Yo lo sé. Lo veo venir. Palabrita del niño Jesús.
Cada vez somos más mujeres en el mundo. Y los machos, ¡ay
los machos! O se nos han vuelto autosuficientes, o se aparean con los de su
sexo, o bien se sirven de la interminable y variable oferta de sexo de
internet. ¿Por qué razón nos iban a querer aguantar ante tanta tentativa facilona
-no implícita en aguantar síndromes premenstruales (esos momentos que nuestros
adorables gatetes más se nos frotan) – a una tipeja de los más común?
Si bien las locas de los gatos antes eran las supuestas
brujas; mujeres de avanzadas edades, verrugas en lo alto de las narices y
dedicadas al horneamiento de galletas, ahora la edad de tales circunstancias ha
retrocedido a edades que van casi hasta el feto no nato de una fémina. (Hay
quienes afirman haber visto en una radiografía de un feto feminino a varios
gatetes conviviendo ya en su interior con ellas).
La cosa es que (¡¡¡¡¡Y ME INCLUYO POR TODO LO ALTO!!!!)
ahora la popularidad de los gatos nos afecta desde las más jóvenes a las
cuarentonas, como ésta servidora, que no es otra consecuencia de la gran
frustración que nuestros machos nos hacen padecer. El papelito de “Loca de los
gatos” es tan popular como “la puta del pueblo” (en términos feministas; la
fémina liberada y desatada sexualmente), la “Tonta del pueblo” o “La rubia de bote”.
Ningún mozo de ahora nos
comprende como nuestros gatitos.
Al primer desengaño amoroso lo tenemos claro:
adoptamos un gatito. Lo que antes correspondía a un acto reflejo de señoras de
avanzada edad que ya lo habían vivido todo en materia de amores fallidos.
Ahora, en torno a los veinte, treinta, cuarenta… (Ejemm, me señalo…), adoptamos
uno, luego otro, luego un tercero… ¡Y la cosa se va de madre! No os engañéis,
¡somos chicas dedicadas a la vida moderna, escribimos blogs de moda, hacemos cupcakes
y demás tareas ultra femeninas de los años 60 tan “de mode”, pero estamos tan
acabadas como las señoronas que salen en el “Sálvame”. La popular actitud, como
venía diciendo, que se iba atribuyendo a las viejas chochas, ahora las asumimos
al dar por perdidas todas las esperanzas con el género masculino. Lo que solía
reservarse a la vejez, la tradición en sí del asunto, está cambiando: ahora la
asumimos gustosamente tras haber enterado todos nuestros anhelos amorosos con
el sexo opuesto. ¿Culpa de quién? Del demonio. Es decir, del amo y señor de
Internet que ofrece de “to” sin tenernos en cuenta.
¿Consecuencia? Lo dije, y no
es que quiera que cunda el pánico: la especie humana se va a extinguir. ¡Lo que
Sigmund Freud hubiera disfrutado de los tiempos actuales...! ¡Ah, un visionario!
También él,como yo, hubiera empezado a sospechar que hemos retorcidos tanto las cosas que nos hemos olvidado que hay que excitarse con las mujeres de carne y hueso y no hacer que la libido sea hacer que vomite el alma.
También él,como yo, hubiera empezado a sospechar que hemos retorcidos tanto las cosas que nos hemos olvidado que hay que excitarse con las mujeres de carne y hueso y no hacer que la libido sea hacer que vomite el alma.
Señores, me sabe mal hacer
de adivina malota. Pero el género humano, en efecto, se va a la porra.
(La culpa también es de
hacienda que lo permite todo. Pues bien sabe Montoro del poder recaudatorio del
porno y de los cuernos…)
¿Qué nos queda por hacer a
nosotras? Pues acariciar a nuestros trece gatos, coger la Kalasnikov más a mano
o bien sentarnos a ver como los tíos sigan con sus machalagnias (palabra
inventada por mí ahora mismo para definir la masturbación masculina ante el PC
en marcha y los ojos como platos) y violen hasta a las piedras mientras a nosotras,
bragas en mano, nos ignorarán por sosas.
Sub
umbra floreo: c.Bürk
Muy intiresante lo expuesto aqui, bueno en casa tambien hay un gato, y si es cierto que los lugares pornos tienen gran visita en internet. Al menos yo no soy un fanatico en esa parte, por mas sosa que sea una mujer, es mil veces mejor la realidad que tia en la patalla del ordenador.
ResponderEliminar