Consejos y comentarios acerca de las “facultades especiales (mediumnidad, clarividencia, intuición”
Consejos y comentarios acerca de las
“facultades especiales (mediumnidad, clarividencia, intuición”
Querer el BIEN es la primera necesidad de toda
persona que desee conocer las verdades de la vida y las doctrinas verdaderas.
Expulsar de sí al orgullo y el egoísmo, es, para ello, de vital relevancia.
Ninguna verdad puede alcanzarnos si persistimos en la vida vivida en la
codicia, la falta de caridad, el corazón mancillado por el orgullo, la
intolerancia y el juicio sobre los demás. Por mucho que estudiemos las
doctrinas de las religiones y filosofías, no comprenderemos la verdad de o en
las mismas ni podremos discernir el real conocimiento, si no tenemos limpio el
corazón. Quien desea iluminarse, debe huir de las tinieblas, de las cadenas
cómodas de los placeres propios, de toda humana vanidad.
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Quienes, empero, humillen su razón ante el poder
infinito del Creador; serán los que mejor prueben su sinceridad. Quienes
despojen de sí sus necesidades propias, se esfuercen en combatir al orgullo, la
vanidad, la insinceridad día tras día; quienes se conciencian de sus
imperfecciones en el sincero deseo de encontrar el real goce de la existencia
en el SERVICIO a los otros, muy pronto se darán cuenta que también discernirán
las verdades de las mentiras. He aquí una sencilla regla aplicable a todo: “Las
verdades no pueden ser comprendidas por las mentiras”. “EL AMOR ES LA VERDAD
SUPREMA y viene a recordarnos lo que el Saber nos hizo olvidar.”
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Es por tanto que el que verdaderamente está dotado
con facultades psíquicas siempre tendrá por divisa la BENEVOLENCIA y la CARIDAD.
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¡Cuán bella es la naturaleza y qué prudente se
manifiesta la providencia en su previsión! Nuestra impaciencia nos impide
demasiado a menudo confiar en la prudencia y la bondad de Dios. Nos lamentamos
por la más pequeña sombra, ante el menor retraso de nuestras previsiones o
deseos. Somos impacientes dudosos, que no queremos creer que nada ocurre sin un
motivo previsto siempre, premeditado siempre por el Altísimo en beneficio
nuestro.
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Grandes y pequeños participan en la obra. Todo está
eslabonado. La humanidad está asistiendo a una bendita aurora. Todo progreso
llegará a su tiempo. La hora de la elevación moral está sonando para la
humanidad. Dios desea que sus criaturas sean reconducidas hasta el interés del
alma. Desea que lleguemos a ser lo que estamos destinados a ser. Vale decir, el
fin y objeto de la creación.
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Todas las doctrinas, religiones y filosofías que
esparzan fermentos de antagonismo entre los otros, empujándolos a aislarse los
unos de los otros y mirarse entre sí con malos ojos, no pueden estar obran en
la VERDAD. Tan sólo con esto ya bastaría para desenmascararlos. Pues al obrar
así ellos mismos se contradicen por la más formal manera de lo que pretenden
ser. Empero, es menester mostrarse paciente ante toda injuria. Ante todo ataque
de los que no comprenden todavía.
Aprender a AMAR a los que no nos comprenden, a nuestros detractores es,
junto a la humildad y la abnegación, lo que ante Dios nos eleva. Son estas las
grandezas que Dios reconoce.
Recordemos que somos todos simples escolares
todavía. ¿Qué nos figuramos ser por tener amplitud de miras
y descifrar mensajes de los otros mundos? Simplemente, escolares…Instrumentos
al uso. ¡Que nuestra supuesta facultad
nos haga más simples de espíritu, que no tontos, sino obrar en renuncia de
nosotros mismos, marchando hacia el prójimo y Dios sin orgullo ni deseo propio!
Pidamos, por tanto, siempre que Dios nos asista.
El desinterés será nuestra respuesta esencial, así
como la modestia y la dedicación plena.
Dios concede las facultades psíquicas para ayudar a realizar la VERDAD y
no para convertirlas en un comercio.
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Cuántas mayores dotes recibamos del Altísimo, tanto
más peligros correremos y esos peligros son más grandes por nacer de las
gracias mismas que Dios nos otorga. Las facultades de las que gozamos los
“psíquicos” nos atraen los elogios de los hombres: adulaciones, adoración,
felicitaciones. ¡He aquí un gran obstáculo! Aquello que solo debemos a Dios,
no lo podemos atribuir de ninguna manera al mérito propio. Las facultades
se adquieren cuando obramos en la abnegación y en el servicio. De no hacerlo,
nos serán retiradas. El médium está obligado a trabajar constantemente a distinguir
lo verdadero de lo falso, siendo verdadero y no falso. Trabajará con el
objetivo serio y por lo eminentemente
ÚTIL. Con el buen juicio y sin apasionamiento ni obsesión. Escuchará a
su voz interior, a ese buen genio que sin tregua le habla, dotándole del buen
sentido. Todos los hombres son orientados hacía el bien, si saben escuchar esa
voz interior. Es lo que llaman, razón o inteligencia, intuición o sensibilidad.
No siempre la comprendemos y nos perdemos en la maraña de los intereses
materiales y groseros que se arrastran y reptan. Hagamos caso a esa razón, a
esa voz pura, que no es la razón racional sino la que eleva al ser humano por
encima de sí mismo, trasladándolo a regiones desconocidas. Llama sagrada que
inspira al artista y al poeta, divina razón que eleva al filósofo practicante.
Razón intuitiva que el vulgo en su estado actual es incapaz de comprender. Y
sin embargo, es asimilada por el más humilde.
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El médium orientará a los ofuscados del mundo
invisible como lo haría un psicólogo con un vivo en la tierra. Si vinieran a él
con aflicciones sobre situaciones no resueltas en la tierra, se le hará
comprender el nuevo estado que ha alcanzado. Guiándolo amorosamente hacía lo
que él ve por delante. Atenderemos a nobles y a deshonestos, tal como haríamos
por caridad con los vivos. El discernimiento en la actuación, nos llegará con
el abandono del ego…Es este nuestro primer cometido. No haremos alarde de
ninguna de nuestras intervenciones.
El médium amará.
Pues es ésta la primera enseñanza. Se instruirá, que es la segunda. Será
consciente de que todas las verdades se hallan en el Cristianismo y que los
errores que en él han arraigado son de origen humano y no divino.
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No nos atormentemos por los que se obstinen mucho.
Ni nos asustemos por determinados
obstáculos. Los incrédulos sólo se convencerán si somos desinteresados,
tolerantes y CARITATIVOS CON TODOS; SIN EXCEPCIÓN. Si ningún móvil personal nos
mueve a obrar, hallaremos por simpatía en nuestro ánimo una fuerza que sólo el
BIEN procura.
El espíritu humano y el de todas las criaturas
que pueblan el universo siguen el camino necesario de la gradación
experimentada.
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Tengamos confianza plena en la bondad de Dios y
mantengámonos esclarecidos. Bien es verdad que no nos será dado disfrutar de
ella en ésta existencia. Pero, ¿no nos sentimos dichosos, contemplar desde
nuestra posición el crecimiento de la obra con el grano de arena que brinda
también nuestro SERVICIO?
Tan antiguo como el mismo mundo es la facultad
mediúmnica. Médiums eran los profetas. Caldeos y asirios; Eleusis trataban con
médiums. Esta facultad se tornó más rara durante la edad media, pero jamás ha
dejado de manifestarse. La intolerancia religiosa la sofocó bajo su capa en esa
época. Recordemos a Swedenborg, a El Bosco, aBlake...
Pero en esencia, todos los hombres y muchos
animales, hasta las plantas, son médiums. Todos poseen un ESPÍRITU que les
orienta hacía el bien cuando evolucionan mediante la EXPERIENCIA en sus vidas.
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Y por último quisiera advertir que todos los que se
ven médiums y caen en la trampa del amor propio, estarán destinados a fracasar
en su cometido. Por ello, uno de cada cien llegará a hacer el uso correcto de
su facultad. Casi todos, en nuestros primeros tiempos de mediumnidad nos hemos
creído llamados a obtener resultados superiores, creyéndonos predestinados a
importantes misiones. Si sucumbimos a tan vanidosa ambición, nos convertiremos
en víctimas inevitables de desencarnados obsesores, quienes no tardarán en
subyugarnos lisonjeando nuestro orgullo y atacándonos por nuestro lado flaco.
Recordad que las grandes misiones Dios sólo se las
confía a grandes almas y Dios lo pone en los más pequeños, humildes sin ser
estos conscientes de lo que se les encomienda. Si nos creemos algo más de lo
poco que somos, crearemos serias contradicciones en éste mundo y una severa punición
en el otro.
Cuándo más modesta y oscura sea la morada donde
prestemos el servicio, más grande será este. La oración también debe realizarse
en toda ocasión.
Si alguno de entre nosotros, debe salir de su
anonimato (no me cabe duda que éste es el caso de la médium Anne Germain) será
conducido por una mano invisible, que le allanará el camino y lo ponga en
evidencia, a pesar suyo. Nunca por méritos propios.
Sub umbra floreo: C. Bürk.
Es una buena filosofía de vida, más es difícil mantenerse erguido en las reglas de esa moral, todos somos humanos, demasiado humanos. Buen escrito :)
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