Carta a X III

Furtivamente adorado X:

De llegar a tu alma mis cartas, (cosa que no puodré afirmar jamás; ya que todo lo he supuesto mediante una sencilla ecuación de lógicas) te preguntarás porqué me tomo la molestia de escribirte con estas palabras, metáfora en su mayoría. Buscarás los motivos de mí actitud al redactarte así. Se lo preguntarás a tu lógica y ésta no sabrá contestarte. Y es cierto: no hay motivo alguno por el cual dedicar a ti mis líneas (¿acaso divisorias, frontera entre tu reino y el mío?), mí tiempo, mis temblores y con ello ponerme en sumo peligro..  

Todo es tan sólo obra de la emoción. Fina y cristalina, sin expectativa; (¡con el corazón en blanco estoy!), sin otro interés que la posibilidad de mirarte de frente a través de los vocablos. No sin tristeza, resumo entre éstas líneas minutos de congoja; de saber y aceptar el requerimiento del tiempo por permanecer anónima de alma para el amor, ¡para MI amor!
Acepto y aguardo sin reproches ni exigencias, la NADA a cambio…pues también sé, que tal no es el camino dictado por la sabiduría.

Quizás sea éste mí único recurso de proponer un encuentro: escribiéndote y esperando una contestación tuya. Y crear así una tierra de nadie, que a ninguno pertenece; puerto neutral dónde anclar mí fantasía.
Si yo fuera otra y tú otro, pienso; yo te miraría a los ojos de la única forma que quisiera mirarte, que en mucho llamas la atención de mí ser más profundo; sin embargo la realidad es un plomo, dónde no puede ser prenda mi corazón de tan preciada imagen: pues no dejas de ser ilusión sin sustento, y no me corresponde en esa realidad de mercurio inventar figuraciones donde no hay ni habrá jamás seña segura de recíproco interés, el cual por nada del mundo me es dado averiguar, por prudencia y respeto a ti y para mí. Así va la sensatez marcando el segundero.

Empero, mí alma recibe sus impresiones del entorno, pero es, sobre todo, el dialecto interno quien me dicta la sentencia respecto de lo que ha de ser juzgado en prudencia o en fantasía. Y es bien cierto que arduo, y en mayoría infructífero, desear a capricho controlar los fenómenos de la realidad y aun aquellos que atañen al artificio del ser humano. No es dado a una mortal simple e ignorante, como yo, augurar las certezas, y no debiera, pues, ser de mi tormento el acontecimiento ni su resultado; apenas me es dado, con mucho esfuerzo de concentración, vivir en plenitud la experiencia del instante, guardar las energías de luminosidad blanca para atravesar la noche oscura de todas mis tristezas…

Continúo siendo la niña triste que un día fui, que crecida bajo los crueles dictados de las circunstancias, soñaba con lo mágico..
A día de hoy, aún soy esa chiquilla que en ti imagina encontrar reposo para sus interminables inquietudes. ¡Tantas, las ganas mías por desahuciar a las sombras, van y vienen los días y las noches y es cama de silencio el tiempo; ya no lloro, hace muchos años que no, como tampoco repinto mis carcajadas, pues en animal de escenarios me han convertido y es el público quien confirma a vergonzosa la tristeza, la farándula de las apariencias: por hoy: mi sonrisa es leve pero íntegra.

Algo habré de cosechar bajo la benevolencia de mí ímpetu de soñadora; es todo cuanto me queda... Y, siendo honestos: ¿No será mí espíritu, frágil como un cristal, salvaje y fuerte como ninguno otro, quien me pone en las situaciones de ensueño? ¿Y no será cierto que tú, adorado X, también en alguna ocasión hayas desdeñado la jaula y la prisión de las formas comunes? Acepta mis cartas, desentrañalas cual ejercicio; nada pierdes, nada ganas. Eso todo será cosa mía...

Con todo mí amor para ti:

C. 
(P.D.: Casi estaba por nombrarme, pero no es posible, me retracto: es paciencia de gota la que cincela a las rocas para crear piezas de maravilla.)

Comentarios

  1. Qué manera más bonita y elegante de hablar del amor la tuya.

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  2. Gracias Vicente por leer mis trabajos. Es un placer saber que a alguien le llegan las cartas a X.

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